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  • Foto del escritor: Carmen de la Rosa
    Carmen de la Rosa
  • 20 sept 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 8 oct 2018

Con el nacimiento de Sofía completamos nuestra pequeña familia. Sofía 4,350kg y 54cm de puro amor. Trimama en 3 años y medio.

El 14 de noviembre de 2017 nacía la más gordita de #MyThreeLittleMonsters.


Fue mi tercer parto, mi segundo en Alemania. Venía de haber dado a luz a Julia, sin epidural, con mucho dolor y muy poco cariño por parte de la comadrona que me tocó (sumado a una serie de acontecimientos de mala suerte..), nada salió como yo esperaba. Julia nació sana, fue un parto natural, pero yo me quedé con muy mal sabor de boca. En los embarazos de Martín y Julia había roto aguas en casa, poniéndome de parto sin intervención. Pero Sofía quiso venir a este mundo de manera muy diferente. Llevaba un par de semanas que su corazoncito latía muy rápido y eso al Doctor no le estaba gustando nada. A nosotros tampoco. Por ello, mientras los dos primeros llegaron de forma espontánea, Sofía llegó inducida. El Doctor confiaba en mi cuerpo, en que iba a responder como debía e iba a dar a luz sin necesidad de tener que llegar a una cesárea.

Nerviosa por saber qué iba a pasar al día siguiente. Por ver su carita. Por verla nacer sana. Por el ansias de que todo fuera bien.

Nació en la semana 38, ya no había necesidad de esperar más e ingresaba en el hospital a las 7 de la mañana. La noche anterior la pasé en casa y muy nerviosa. Nerviosa por saber qué iba a pasar al día siguiente. Por ver su carita. Por verla nacer sana. Por el ansias de que todo fuera bien. Dormí poco y mal. Eran las 18.04h. Después de un día muy largo, pero esta vez las comadronas y doctores que me atendieron fueron de 10. Con muchísimo cariño y respeto. Atentos a todas mis preocupaciones y dolores. Me pusieron epidural, aunque muy suave. De esta forma pude aguantar el dolor pero también sentir cómo nacía mi hija. Empujar y sujetar su cabecita al mismo tiempo. Ayudarla a salir con mis manos. Con la increíble ayuda de mi gordito, la ginecóloga y la comadrona. Dar a luz en el extranjero y encima en un país cuyo idioma no es el tuyo, es todo un reto. Sufrí bastante en el embarazo y parto de Julia por esos motivos, pero con un poco más de información y comprensión todo fue mucho más fácil con Sofía. Me pude quitar esa mala sensación que me dejó el parto de Julia, pude experimentar un parto natural con buenísima atención medica y respetando a la mamá y el bebé.


Es increíble lo diferentes que fueron ambas experiencias y eso que fue en el mismo hospital. Es increíble lo importante que es que te toque (si es que no puedes elegir) un buen equipo sanitario.


↠ www.mythreelittlemonsters.com ↞

  • Foto del escritor: Carmen de la Rosa
    Carmen de la Rosa
  • 20 sept 2018
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 8 oct 2018

El nacimiento de Julia ➳ a las 8,47am con 4,100kg y 50cm. Nueva en la ciudad, nuevo sistema, nuevo idioma…convertirme en Mamá por segunda vez no fue tarea fácil.

Nos mudamos a Alemania en marzo de 2016, con un niño de 2 años y embarazada de 29 semanas. Prácticamente todo el seguimiento, los dos primeros trimestres, lo realicé en España, y al llegar aquí me tocó buscar ginecólogo y hospital. El ginecólogo que ha hecho el seguimiento durante el embarazo, no es el que te asiste en el parto. Coges confianza y te sientes segura con un Doctor, y después es otro el que te ayudará en el parto. Eso me causó más nervios de los que ya tenía.


Eran los primeros meses en Alemania, repletos de papeleos, cajas de mudanza de por medio, varias compras en Ikea, un niño poco dormilón y un barrigón creciendo por momentos. Todavía estaba haciendo frío, parecía que la primavera no llegaba nunca, y yo sólo contaba los días para recibir a los Abuelos en casa y ayudarnos con todo. Sentirme segura de si me ponía de parto en mitad de la noche, poder dejar a Martín en casa, sin despertarle, e irme con Víctor al hospital. Era una de mis pesadillas recurrentes, ponerme de parto y tener que llevarme al pequeñajo al hospital. O tener que irme yo sola a dar a luz. Estaba aterrada. Tenía que dar a luz en un país en un país distinto, lejos de casa, donde todo estaba en un idioma que no dominaba...y, ¿encima sola? Uff, menos mal que llegaron los Abuelos a tiempo.


Ya estábamos adentrados en el mes de mayo, deseando que la princesita llegara en cualquier momento. Salía de cuentas el día 26, pero ella decidió llegar el día 22. En la madrugada del día 22, con una luna llena impresionante.


5am ➳ Rompo aguas. Estaba con contracciones muy seguidas (ya llevaba 2 semanas con contracciones dolorosas), y muy nerviosa. Me tuvieron muchísimo rato con las correas puestas, alegando cambio de turno y que pronto llegaría la comadrona...¡y las contracciones aumentaban en ritmo y en dolor! Con el primero ya fue un parto rápido, a si que estaba segura de que con la segunda iba a ir todavía más rápido.

7am ➳ Llega la comadrona nueva, la que entraba en el nuevo turno, tomándoselo todo con mucha calma, con un pretzel y un aliento a café que no podía soportar. Nadie me miró a ver de cuantos centímetros estaba...¡y llevaba 2 horas ahí ya! Mis nervios aumentaban cada vez más, al igual que las contracciones. Pedí la epidural en todos los idiomas que supe...no habia nadie disponible. Era domingo, y todo el mundo estaba en su casa, había que llamar a todos los que tenían guardia ese día. A la anestesista de guardia y al ginecólogo de guardia... Me intentaron poner una vía (si no me pincharon 20 veces, no me pincharon ni una. Tuve los brazos amoratados durante días...). Ninguna enfermera fue capaz, hasta que llegó la anestesista. Buscó una aguja pequeña, de niño, y ella misma me la puso. Fue la única competente que había en la sala. Yo creía morirme de dolor y la comadrona seguía paseándose a mi alrededor, con su pretzel, su café y su cara de “aquí viene otra exagerada”.

“Por fin me pusieron la epidural, o eso creía yo. Me relajé un segundo, pensando que sería como en el parto de Martín, que me quedé dormida un rato...”

8am ➳ Desde este momento lo recuerdo todo como si fuese a cámara rápida. Por fin me pusieron la epidural, o eso creía yo. Me relajé un segundo, pensando que sería como en el parto de Martín, que me quedé dormida un rato después de la epidural. Cerré los ojos, respiré hondo...y ¡noté un dolor inmenso que no había sentido en mi vida! A lo que grité: "das baby kommt jetz!", seguido de un par de insultos en español a todo el que estaba en la sala... Víctor flipando con el panorama. Sujetándome las piernas por que no había perneras en la camilla. Yo pedía que por favor me dieran algún punto de apoyo, o que al menos me levantaran el respaldo de la camilla para tener mejor postura. Pero el ginecólogo no había llegado todavía, y mi amiga la comadrona me ignoraba y solo iba diciéndome que no gritara, que cerrara la boca y que aguantara la energía (casi la mato). Vi llegar al ginecólogo, con la legaña puesta y sus vaqueros, no me olvidaré jamás. Se puso una bata, se sentó, y su cara me dijo que Julia estaba ya saliendo, prácticamente fuera...todo el trabajo lo hice sola. Hubo un momento que, con todo mi dolor, cuando su cabecita estaba a mitad de camino, le dije a mi marido que no podía más, que yo no seguía empujando. Pero menos mal que él me dio ánimos, me dijo que ya podía ver su cabeza, que solo eran un par de pujos más, y todo habría terminado.


8.47am ➳ Efectivamente. Mi budita pelopincho nacía con 4,100kg y 50cm. Lloré. Lloré de dolor y de alegría. Me sentí mal atentida. Sin ningún tipo de cariño. Y juré que jamás volvería a dar a luz en Alemania...ilusa de mí (18 meses después volvía a dar a luz en el mismo hospital a mi hija Sofía).


En esos momentos sentí rabia y felicidad al mismo tiempo, pero ahora, viéndolo con perspectiva, me siento empoderada y fuerte. Di a luz sin apenas ayuda, sin intervención, con mi esfuerzo y mi dolor. Sin esa fortaleza y sin mi marido, nada hubiese sido posible.


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